miércoles, 16 de marzo de 2016

Nuevo cuadernillo


Tenemos el agrado de sumar un nuevo título a nuestra colección de Literatura y Poesía, el cuento "El Perseguidor" del escritor e intelectual argentino Julio Cortázar. No está demás señalar que el escrito lo inspira y lo dedica a la memoria del talentoso "bird", el legendario jazzista Charlie Parker. Compartimos con uds. el texto incluido en la contraportada, un fragmento del artículo “El perseguidor, de Cortázar, entre la figuración de la vanguardia y la emergencia de una nueva subjetividad”, del investigador español Jaume Peris Blanes. Y recuerda... puedes adquirir una de nuestras copias piratas en las mejores librerías del país!... y si no pasa nada, nos escribe a lapajarilla@gmail.com

La posibilidad de una liberación subjetiva fue una idea que sobrevoló buena parte de las luchas culturales, políticas y filosóficas de finales de los años 50 y toda la década de los 60... la posibilidad de una nueva subjetividad, liberada de la alienación de la sociedad industrial, fue uno de los topoi fundamentales de las culturas críticas de la época.

El perseguidor (1959), de Julio Cortázar, absorbió esa problemática y la anudó, de forma sutil, a una reflexión incisiva sobre la creación artística, a la que subyacía una concepción vanguardista de la escritura y del proceso creativo en sí.

En años posteriores, Cortázar iba a reformular esa relación en diferentes textos, convirtiéndola en uno de los ejes principales de su reflexión sobre la literatura e inscribiéndola, cada vez más, en un horizonte político. Efectivamente, en los debates sobre la función del intelectual que, durante toda la década de los 60, tuvieron lugar en el campo cultural latinoamericano, Cortázar expondría su poética neovanguardista siempre en conexión con esa nueva forma de subjetividad que  El perseguidor había representado. Por ello, constantemente se ha vinculado la escritura cortazariana con el concepto de Hombre Nuevo que el Che Guevara acuñara en 1965, en su famoso artículo  El socialismo y el hombre en Cuba. 

La utilización que Cortázar hizo de ese concepto no fue, sin embargo baladí: le sirvió para releer sus planteamientos anteriores desde una óptica política, vinculándolos a las teorías de Guevara y, por tanto, al proyecto revolucionario que éste encarnaba. Pero ello no debe ocultar que su propuesta de una nueva subjetividad era mucho más cercana a la de otras corrientes de pensamiento como la llamada Nueva Izquierda y especialmente de los escritos de Marcuse (ver Vidal, “Julio Cortázar y la Nueva Izquierda”) que a la de los escritos de Guevara. Con todo, unos y otros coincidían en un aspecto esencial: la emancipación real no llegaría con un cambio de las estructuras sociales y las relaciones de poder, sino con la emergencia de un nuevo tipo de sujeto liberado de las lógicas del mundo capitalista e industrial.

 El perseguidor anudaba esa idea de un sujeto nuevo a una reflexión sobre la creación artística, incidiendo con ella en el intensísimo debate que, desde finales de los 50 y durante toda la década de los 60,iba a tener lugar en torno a la condición del intelectual latinoamericano y del creador artístico. La figura de Johnny Carter y el modo en que Cortázar relataba su conflicto con la realidad social suponía, por tanto, una intervención de primer orden en algunos de los debates y problemas que obsesionaron a la cultura latinoamericana de ese tiempo. A través de ella, Cortázar trató de articular una reflexión global en la que se daban cita problemas tan candentes como la relación del intelectual con la sociedad, la difícil inscripción de la vanguardia artística en los proyectos revolucionarios o la posibilidad misma de una subjetividad liberada.”

Búsqueda