jueves, 21 de junio de 2018

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI: INTELECTUAL ORGÁNICO DE NUESTRA AMÉRICA


por Gonzalo Ossandón Véliz
14/06/2018

José Carlos fue parido en tierra incaica (hace 124 años) un 14 de junio de 1894 en Moquegua. Como es habitual en algunas familias de este continente, él murió sin saber con exactitud la fecha de su nacimiento.

Mestizo de cuna. Fue criado junto a sus hermanos por su madre, Amalia La Chira, indígena descendiente de Cacique. Su padre Javier Francisco, proveniente de una familia criolla vasca, tan sólo le dejó el apellido pomposo, ya que éste ni siquiera se molestó en reconocerlo legalmente. Es por ello que pese a estar casada la señora Amalia, por muchísimo tiempo gustaba de presentarse mejor como viuda.

De formación autodidacto, su adolescencia la vivió laburando y escalonando por distintos oficios del periodismo, acompañado siempre de su inseparable cojera de la pierna izquierda heredada desde los 9 años.

En ese ambiente, se va acercando a personajes de la época como el poeta Abraham Valdelomar quien integraba el conocido grupo Colónida y a Manuel González Prada[1].

Cuando el mundo entero se estremeció con el triunfo de la Revolución Rusa, Mariátegui ya había leído a Marx y andaba curioseando en una verdadera ensalada de lecturas gracias a su amigo Víctor Maúrtua quien lo motivó a leer a Hegel y a Bergson, entre otros.

“Desde 1918, nauseado de política criolla, -como diarista, y durante algún tiempo redactor político y parlamentario conocí por dentro los partidos y vi en zapatillas a los estadistas- me orienté resueltamente al socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato inficionado de decadentismos bizantinismo finiseculares, en pleno apogeo todavía.”[2]

Es así como en 1918, el 22 de junio. Aparece la revista Nuestra Época, la cual funda junto a César Falcón y que estaba dirigida principalmente al emergente movimiento obrero de Lima y del Callao. Su breve existencia (hasta tan solo su segundo número) se debió a conflictos generados con el diario El Tiempo -en donde ellos trabajaban y además imprimían la revista- por motivo de la publicación de un artículo anti-armamentista de Mariátegui titulado “El deber del ejército y el deber del Estado”, el cual desató las iras de los oficiales de la guarnición de Lima, los que se manifestaron violentamente en la instalaciones de la imprenta El Tiempo y le propinaron una desvergonzada y desproporcionada golpiza a su cojo autor.

Dicho episodio, desprovisto de todo recato y sigilo, se convirtió en todo un escándalo, tanto así que tuvo que renunciar el Ministro de Guerra de turno de la época, un tal no sé cuantito, militar cobarde que no vale la pena ni nombrar.

Pese a ello no claudicó y durante el mes de mayo de 1919 junto a César Falcón y Humberto Águila -entre otros- funda el diario La Razón. Trinchera desde la cual critica al gobierno de Leguía –oncenio de gobernanza engañosa en la que en su comienzo a algunos progres encandiló- desde sus inicios por ser un representante más de la oligarquía civilista.

Impulsó y patrocinó desde ahí también la campaña por la Reforma Universitaria y apoyó acérrimamente al movimiento obrero.

Como consecuencia de su reiterada insolencia frente a la autoridad, el 8 agosto de 1919, La Razón deja de ser impreso a causa de las presiones del gobierno gatopardista y el arzobispo de Lima, forzando a sus fundadores a aceptar un exilio camuflado bajo la forma de una beca forzada. Las críticas de Mariátegui iban incomodando cada vez más a Leguía, quién ante sus oponentes adoptó el hábito de relegarlos o bien exilarlos. Es así como César Falcón es designado a España y Mariátegui a Francia, quién una vez ahí porfiadamente decidió instalarse en Italia:

“De fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y un hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época, señalan las estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la federación de Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista.”[3]

Método dialéctico del materialismo histórico. Concepción materialista de la historia que virtuosa y creativamente aplica en la realidad concreta de su Perú y de Nuestra América, permitiéndole así develar las relaciones sociales de producción que provocan las principales problemáticas que padecemos los y las explotados/as, oprimidas/os y dominadas/os en este continente.

En 1928, publica sus Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. En donde a pesar ya de tener la fama de herético, sorprende organizando el relato de sus ensayos ortodoxamente aplicando el “Edificio del Cuerpo Social” propuesto por Marx en el célebre prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política.

Es así como los primeros tres ensayos: “Esquema de la evolución económica”, “El problema del indio” y “El problema de la tierra” dan cuenta de la Estructura de la sociedad peruana, buscan caracterizar su modo de producción. Mientras que los restantes cuatro: “El proceso de la instrucción pública”, “El factor religioso”, “Regionalismo y centralismo”, “El proceso de la literatura”, están dedicados a profundizar en los elementos constituyentes de la Superestructura.

El carácter central que el autor otorga al indígena en el proceso de formación económica y social del Perú y América Latina desde la conquista hasta su época resulta destellantemente esclarecedor, sobretodo para aquellas testas contaminadas por positivismos manualizados o por gradualismos seudoeurocentristas que les gusta jugar a la política de salón, la de mantel largo. Aquella que acá en Chile es de gusto de los nietos de Aylwin: La política de contención de masas… en la medida de lo posible.

Debido a nuestra historia de permanente invasión, conquista y sometimiento (antes con armas y a caballo, ahorita de cuello y corbata y aplicando su hegemonía) criollo-foráneo que no respeta fronteras nacionales necesariamente, es que resulta que solo a través de un proceso revolucionario de transformación radical –la política para resolver lo deseable, lo necesario- es posible de satisfacer las fundamentales necesidades de nuestros pueblos, sobretodo de aquellos que cohabitan en un mismo territorio mallamado nación.

La interpretación sobre su realidad por supuesto que no culmina ahí, busca de modo original y sin pautas la transformación, pretende intervenir en ella, buscando contribuir a la plena realización de un sujeto social históricamente condicionado.

Con Los 7 Ensayos, El Amauta nos propone las bases suficientes para la realización de un proyecto político genuinamente latinoamericano, consistente y convincente.

Herramienta útil para disputar la hegemonía imperante, proponiendo relaciones sociales de nuevo tipo, verdaderamente emancipadoras y coherentes con su propia historia. En ese sentido, convicto y confeso, nos muestra como el sometimiento del Indígena y la expropiación de la Tierra fueron fundantes para la acumulación de capital y apropiación de la propiedad privada en nuestros territorios, lo que es determinante para comprender la conformación social de su Perú actual.

Es por ello también que se esmeró en defender este patrimonio práxico de los pueblos del mundo, tanto de las desviaciones ideológicas provenientes de la socialdemocracia y el reformismo, como de los dogmatismos axiomáticos contemporáneos a él y bautizado por Stalin como marxismo-leninismo. Y para que no fuese tan literal su apología, es que acude al belga Henri de Man para dejarlo como estropajo.

Es en la revista Amauta, fundada por él, la que emplea como trinchera y a la vez como laboratorio de traducción y creación iconoclasta del marxismo… Creatividad desatada pero a la vez profundamente conectada con su realidad.

En su N°17, publicado en septiembre de 1928, inicia la publicación de los 16 ensayos que componen su Defensa del Marxismo, coincidiendo con la explicitación de dicha revista con respecto a su orientación socialista, lo que también contribuiría meses después a la conformación del Partido Socialista del Perú.

Estas dos grandes obras literarias que les invito a leer, más la caudalosa cascada de ensayos que escribió son aportes nutritivos para la confección de propuestas convincentes capaces de persuadir a millones. Material provocador y literatura infaltable para aquellas y aquellos que andan en búsqueda de combustión para encender sus pajarillas.

Mariátegui nos afirma con frescura de época, la vigencia y necesidad de un pensamiento revolucionario enraizado en su praxis histórica, sin pretender ser calco ni copia de nada, tan solo creación heroica que estimule verdaderos procesos de liberación e independencia de nuestros pueblos.




[1] El ensayo titulado “Nuestros Indios” de González Prada es considerado todo un hito dentro del movimiento
indigenista peruano de finales del siglo XIX. El autor en dicho escrito se pregunta si el indio sufre más en la
República que en la Colonia, denuncia la explotación del indio al interior de una República que fue
construida sin el indio y contra él. En síntesis, para el intelectual peruano el problema del indio es un
problema económico.
[2] Mariátegui, J.C. “Fragmento de una carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1927”. Texto publicado en
“Itinerario y trayectos heréticos de José Carlos Mariátegui”. de Fernández, O. (2010). Santiago de Chile. Ed.
Quimantú. pp. 214.
[3] Mariátegui, J.C. “Fragmento de una carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1927”. Texto publicado en
“Itinerario y trayectos heréticos de José Carlos Mariátegui”. de Fernández, O. (2010). Santiago de Chile. Ed.
Quimantú. pp. 214.

Búsqueda