“...si no hubiéramos conocido en los libros la teoría política de Marx y si no hubiéramos estado inspirados en Martí, en Marx y en Lenin, no habríamos podido ni siquiera concebir la idea de una revolución en Cuba, porque con un grupo de hombres ninguno de los cuales pasó por una academia militar no puede usted hacer una guerra contra un ejército bien organizado, bien armado e instruido militarmente: y obtener la victoria partiendo prácticamente de cero…” Fidel Castro
En esa Habana, por el año 1864, el poeta e intelectual cubano Rafael Mendive, ha solicitado adjudicarse la dirección de la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones de La Habana, al año siguiente en 1965, José Martí hace ingreso a ese establecimiento a la edad de 12 años, destacándose en todas las áreas del saber. Mendive era un patriota cubano, en su hogar -donde funcionaba también la escuela- se realizaban tertulias y encuentros, se presentaban personas distinguidas en letras y en ciencias con el único y especial objeto de leer, estudiar y discutir las cuestiones más interesantes[2]. La escuela se trataba de una luz en la opacidad colonial, lugar de recreación del patriotismo y la cubanidad.
En 1868 en toda Cuba se escucha el grito de Yara, los mambises comandados por Carlos Manuel Céspedes daban inicio a la insurrección por la independencia. En La Habana se seguía con expectativa los sucesos, y en la escuela de Mendive no serían ajenos a tales acontecimientos. La inquietud era generalizada, las noticias iban y venían, tampoco serían indolentes con la sangre de los insurrectos derramada por la represión bastarda. Un pasquín colonialista publicaría: cuatro gatos ilusos y mal armados han dado el grito de rebelión en Yara[3]. En este escenario, Martí se inicia en la escritura y le consagra su vida a la patria. Entre sus primeros versos se encuentra el poema Abdala de 1869:
Conquistador infame: ya la hora
De tu muerte sonó: ni la amenaza,
Ni el esfuerzo y valor de tus guerreros
Será muro bastante a nuestra audacia.
[...]
“¡Nubia
venció! muero feliz: la muerte
Poco me
importa, pues logré salvarla…
¡Oh!
¡qué dulce es morir cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!
Tras el grito de Yara, en La Habana los voluntarios españoles reaccionaron aumentando la represión, Mendive es detenido, luego deportado a España y la escuela San Pablo es cerrada. Pasa en este día [4 de octubre de 1869]un grupo de voluntarios ante la casa de los Valdés Domínguez, -Industria 122- y acusan a Eusebio y Fermín Valdés Domínguez, Manuel Sellén, Atanasio Fortier, Santiago Balvín y a Martí, de haberse burlado de ellos. En un registro por la noche los voluntarios ocupan una carta firmada por Martí y Fermín Valdés Domínguez, dirigida a su condiscipulo Carlos de Castro y de Castro, a quien tildaban de apóstata [renegado; traidor] por alistarse de oficial español y pelear contra su patria. Son detenidos bajo la acusación de infidencia.[4]
En el proceso judicial abierto en contra de Fermín Valdés y José Martí, ambos compañeros por separado asumen la total responsabilidad de la carta, con el propósito de liberar al otro de los cargos, sin embargo, en pleno juicio Martí con 17 años de edad, captura toda la atención al acusar a España y a su régimen colonial, y defender el derecho de los cubanos a la independencia. Esta osadía le vale una condena de 6 años de presidio, a diferencia de su compañero Fermín al que le imputan 6 meses de arresto. Esta condena fue conmutada, luego de varios meses de trabajos forzados en las canteras de La Habana, por el destierro a España. Entre que abandona el calabozo para ingresar al presidio, escribe estos versos en su libreta:
En tí
encerré mis horas de alegría
y de
amargo dolor:
permite
al menos que en tus hojas deje mi alma con mi adiós.
Voy a
una casa inmensa en que me han dicho
que es
la vida expirar,
la
patria allí me lleva. Por la patria,
morir
es gozar más.[5]
Hay un concepto que ha sido mencionado varias veces, que durante el siglo XIX recorrió intensamente los campos de batalla: la patria. Mi impresión, es que actualmente en Chile es percibida más bien ligada a la estética del movimiento popular de la revolución trunca (desde inicios del s.xx hasta el 73) y, por otro lado, también opera como concepto de hegemonía, de los sectores nacionalistas y de la llamada “familia militar”. Pero en Martí el concepto patria es concebido de manera distinta:
Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado
preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del
país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e
inseguros, ése sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de
nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier
mejilla de hombre: envilece a los pueblos desde la cuna el hábito de recurrir a
camarillas personales, fomentadas por un interés notorio o encubierto, para la
defensa de las libertades: sáquese a lucir, y a incendiar las almas, y a vibrar
como el rayo, a la verdad, y síganla, libres, los hombres honrados.[6]
En este párrafo dice Martí muchas cosas, pero mi
interpretación es que hay 3 elementos que han trascendido hasta nuestros días y
aún como necesidad, respecto de su visión de sociedad. El primer elemento sería
relevar la dignidad de todas las personas, con todo lo que amerite y por sobre
cualquier otro aspecto. El segundo, por sobre las camarillas o partidos de
interés mezquino, la participación de los pueblos, masividad; y tercero, que
estos pueblos buscan mejorar continuamente, al seguir la verdad, que sería el
saber y la ciencia.
Entre los años 1871 y 1875 se dedicó a estudiar en universidades europeas diversas asignaturas de derecho, filosofía e historia. En 1876 vuelve a Cuba bajo el nombre de Julián Pérez, luego se traslada a Guatemala, Honduras, vuelve a la Habana y el año 1978 es detenido por conspiración a favor de la libertad cubana y es deportado a España. A inicios de 1880 se instala en la ciudad de Nueva York, participando de inmediato en las actividades del Comité Revolucionario Cubano, además de trabajar como periodista y corresponsal de distintos medios latinoamericanos.
En 1889 comienza la publicación de la revista “La edad de oro”, dirigida a los niños y niñas de nuestra América. Se trata de una revista orientada a estimular la reflexión y el pensamiento crítico, la historización de todo aquello que pareciera ser natural y es presentado como inmóvil porque “siempre ha sido así”. ¿Qué propósito encausa allí Martí, sino es la formación de las nuevas generaciones de Nuestra América?
Durante toda su estadía en NY, se dedica a organizar lo que desde 1892 se conocerá como el Partido Revolucionario Cubano, de atraer a distintos grupos a su encuentro, encargándose de la convergencia de todos los jefes militares y las fuerzas mambises. Martí es elegido el primer delegado de la organización, fundada con el objetivo de hacer la independencia de Cuba del colonialismo español, pero también del naciente imperialismo de EEUU. Dirá Martí por estas épocas: viví en el monstruo, y le conozco las entrañas, por lo que el plan de independencia del partido consideraba también necesario apoyar y promover la independencia de Puerto Rico, para frenar el ímpetu anexionista de EEUU.
Escribirá el 3 de abril de 1892 en el órgano oficial del partido, el periódico “Patria”, lo siguiente: Nació uno, de todas partes a la vez. Y erraría, de afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano, es el pueblo cubano.”[7]
El 29 de enero de 1895 el partido da la orden de insurrección, Martí llega a Cuba el 11 de abril y 4 días después, se le confiere el grado de mayor general. El 18 de mayo José Martí escribe a Manuel Mercado, la que sería su última carta:
Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más,
en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera
desconocida de nuestras playas; cargué catorce días, a pie, por espinas y
alturas, mi morral y mi rifle,- alzamos gente a nuestro paso; siento en la
benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la
justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto, que
en un mes solo he podido oir un fuego; y a las puertas de las ciudades, o
ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego
religioso, a tres mil armas; seguimos camino al centro de la Isla, a deponer
yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me
dió, y se acató dentro, y debe renovar conforme a su estado nuevo, una asamblea
de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La
revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le
opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su
republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un
caudillo puntilloso o previsor.[8]
El 19 de mayo una columna española se moviliza
cerca del campamento cubano, los insurrectos están en movimiento y establecen
combate, a Martí se le ordena permanecer en su lugar, pero durante el combate
se separa del contingente insurrecto y cabalgando va a dar con un grupo de
españoles ocultos en el terreno, siendo alcanzado por 3 disparos mortales.
Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida
por mi país, y por mi deber- puesto que lo entiendo y tengo fuerzas con qué
realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan
por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En
silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para
lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son levantarían
dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.[9]
La “guerra necesaria” de Martí y el pueblo cubano
contra el colonialismo español, ya se proyectaba a lo que sería una ocupación
estadounidense de la isla, hasta 1909 fue ocupación militar, para luego
convertirse en dominación económica y política. Por largas décadas la hegemonía
de los EEUU mantuvo a Cuba tutelada, sin soberanía, y desde 1952 brindó soporte
financiero y militar a la dictadura mafiosa de Batista, hasta que, como dice la
canción, llegó el comandante y mandó a parar.
El asalto al cuartel Moncada en el año 1953, en el 100 natalicio del apóstol de la revolución, desde esta perspectiva se inscribe como un hito en continuidad con la lucha histórica cubana por la verdadera e irrenunciable independencia. Una causa que es la que el pueblo cubano quiere. Es además un acierto de Fidel y los asaltantes del Moncada tomar la hebra histórica trazada por los mambises y José Martí, tal como lo señalase Fidel en la célebre autodefensa en el juicio contra los moncadistas, conocida luego como “La historia me absolverá”:
De igual modo se prohibió que llegaran a mis manos
los libros de Martí; parece que la censura de la prisión los consideró
demasiado subversivos. ¿O será porque yo dije que Martí era el autor
intelectual del 26 de Julio? Se impidió, además, que trajese a este juicio
ninguna obra de consulta sobre cualquier otra materia. ¡No importa en absoluto!
Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles
ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos.
[…]
Vivimos orgullosos de la historia de nuestra
patria; la aprendimos en la escuela y hemos crecido oyendo hablar de libertad,
de justicia y de derechos. Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo
glorioso de nuestros héroes y de nuestros mártires. Céspedes, Agramonte, Maceo,
Gómez y Martí fueron los primeros nombres que se grabaron en nuestro cerebro;
se nos enseñó que el Titán había dicho que la libertad no se mendiga, sino que
se conquista con el filo del machete; se nos enseñó que para la educación de
los ciudadanos en la patria libre, escribió el Apóstol en su libro La Edad de
Oro: “Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que le
pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre
honrado”.
[…]
Se declaraba, además, que la política cubana en
América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del
continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que
oprimen a las naciones hermanas, encontrarían en la patria de Martí, no como
hoy, persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan. Cuba
debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo.[10]
Hay en Martí una sensibilidad que se suele
interpretar como un espíritu de “sacrificio” por la causa justa, que manifiesta
desde temprana edad, y que inspiró a Fidel y los moncadistas el 26 de julio de
1953. A decir de Armando Hart, la ética martiana vincula la inteligencia, la
bondad y la felicidad. La felicidad estaría en hacer un bien a los demás.
Me gustaría tratar de reinterpretar esta sensibilidad, dándole una vuelta más a la tuerca del espíritu de “sacrificio”, tan imputado a José Martí. Convengamos en que comúnmente se comprende que cuando yo doy o hago un bien a alguien, estoy perdiendo, renunciando o “sacrificando” algo, como si me estuviese empobreciendo. Desde el sentido común neoliberal, dar o hacer un bien sin obtener algo a cambio, sin una ganancia, es un pecado que los adoradores del dios mercado no perdonan. Sin embargo, desde una perspectiva de la filosofía de la praxis, cuando hago un bien y doy algo, en realidad estoy desplegando mis capacidades, reconfiguro mis movimientos y me cualifico cada vez que lo hago. En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder[…] Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.[11]
Entonces, en sentido martiano, se puede comprender la urgencia de Martí por la independencia de Cuba y Puerto Rico, como un bien también para los pueblos de Nuestra América, ya que buscaría el efecto de taponear un avance directo del imperialismo de los EEUU por el sur del continente, tal como lo señalase en su última carta, también llamada “testamento político” de Martí.
La fórmula martiana concebía, asimismo, salvar el honor de Estados
Unidos. De aquí la importancia del mensaje martiano para establecer un diálogo
con el pueblo norteamericano acerca de los peligros que amenazan la existencia
del género humano en nuestro planeta.[12]
José
Martí, con su expresión poética, política y con su vida misma, resulta ser la
síntesis de ciertas virtudes de los pueblos latinoamericanos. En su ética prima
la dignidad de toda y todo ser humano, y la búsqueda de esa dignidad pavimenta el
camino a la felicidad, no entendida como sinónimo de alegría, ni como antónimo
de tristeza, sino como la posibilidad de desarrollarse plenamente como seres
humanos singulares y como pueblos diversos.
En este sentido, la revolución martiana no promueve el odio, ni la venganza, muy por el contrario, se trata de una revolución de la felicidad, de las vidas plenas. En su pensamiento están presentes algunos elementos clave que queremos destacar: utilidad de la virtud, equilibrio del mundo, formas cultas de hacer política, educación y solidaridad.[13]
También se desprende de la ética martiana, que nadie se queda atrás, las revoluciones son con todxs y para todxs, son los pueblos en masa participando, protagonistas, creando sus propios métodos y sus organismos, así como también formándose para hacerlo cada vez de mejor manera.
¿Quién podría negar la participación de las masas en la revolución cubana, como expresión del patrimonio vivo de José Martí?, ¿Quién no ve reflejado el interés pedagógico y formador de Martí, en el desarrollo de la educación y la ciencia en la Cuba del Movimiento 26 de Julio?
No olvidemos que José Martí es el apóstol de la revolución, desnaturalizando el concepto de su carga cristiana, nos queda que un apóstol es un propagador, un organizador de la revolución.
[1] Heraclio Bonilla,
«Cómo España gobernó y perdió al mundo», Revista de Estudios Sociales
[En línea], 06 | 01/05/2000, Publicado el 15 enero 2019, consultado el 18 julio
2023. URL: http://journals.openedition.org/revestudsoc/29317.
[2] Félix Lizaso, «Martí, místico del deber»,
Editorial Losada, Bs Aires. 1940.
[3] Félix Lizaso, «Martí,
místico del deber», Editorial Losada, Bs Aires.
1940.
[4] José Martí, «José
Martí: un intelectual orgánico de Nuestra América», Editorial Popular La
Pajarilla [En línea], Publicado en mayo 2008, consultado el 19 julio
2023. URL: https://drive.google.com/file/d/1DaUqycrU93wmNzBPTAZ-07aDOlJm2uUi/view.
[5] Félix Lizaso,«Martí, místico del deber»,
Editorial Losada, Bs Aires. 1940.
[6] José Martí, «Con todos y para el bien de todos». Discurso pronunciado en el Liceo
Cubano, Tampa, 26 de noviembre de 1891. Nuestra América. Editorial Ariel.
Barcelona. 1973.
[7] José Martí, «El partido revolucionario cubano». Artículo publicado en Patria. 3
abril 1892. Nuestra América. Editorial Ariel. Barcelona. 1973.
[8] José Martí. «Carta a Manuel Mercado». Universidad
Virtual de Salud Manuel Fajardo. Cátedra de la Facultad de ciencias médicas.
[En línea], Publicado en noviembre 2018,
consultado el 18 julio 2023. URL:http://uvsfajardo.sld.cu/sites/uvsfajardo.sld.cu/files/carta_de_marti_a_manuel_mercado.pdf
[9] José Martí. «Carta a Manuel Mercado». Universidad
Virtual de Salud Manuel Fajardo. Cátedra de la Facultad de ciencias médicas.
[En línea], Publicado en noviembre 2018,
consultado el 18 julio 2023. URL:http://uvsfajardo.sld.cu/sites/uvsfajardo.sld.cu/files/carta_de_marti_a_manuel_mercado.pdf
[10] Fidel Castro. La historia me absolverá.
Editorial Popular La Pajarilla.
[11] Eric Fromm. El arte de amar.
[12] Armando Hart «José Martí y
la Generación del Centenario». El telégrafo [En
línea], Publicado en enero 2013, consultado el 19 julio 2023. https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton/1/jose-marti-y-la-generacion-del-centenario
[13] Armando Hart «José
Martí y la Generación del Centenario». El
telégrafo [En línea], Publicado en enero 2013, consultado el 19 julio 2023.
https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton/1/jose-marti-y-la-generacion-del-centenario
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