domingo, 31 de julio de 2011

PODER POPULAR Y COYUNTURA POLITICA


No existe una naturaleza humana abstracta, fija e inmutable sino que la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales determinadas .

En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social .

Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.

En el modo de producción capitalista, la contradicción principal de la sociedad es entre proletarios (que no poseen medios de producción, venden su fuerza de trabajo y generan plusvalía) y la burguesía poseedora de los medios de producción que construye un conjunto de aparatos para dominar por medio de la ideología (consenso) o la violencia, por lo que la lucha de clases es una guerra mas o menos encubierta, donde las clases dominantes mediante sus instrumentos, principalmente el Estado y todos sus aparatos establecen el dominio y ejercitan su poder, permitiendo y reglamentando la lucha de los dominados por las reivindicaciones básicas que permiten la reproducción material de sus fuerzas para producir.

La lucha reivindicativa de los dominados posibilita que los sectores más lucidos de las clases explotadas, puedan adquirir conciencia de la necesidad de luchar no tan solo por reivindicaciones parciales o mejoras dentro del mismo sistema, sino la necesidad de luchar por la transformación radical de la sociedad, constituyéndose en fuerza social revolucionaria que lucha por el poder.

Esta fuerza social revolucionaria se construye en la lucha concreta por el poder, y si bien, puede desempeñarse en otros espacios de lucha como la ideológica, la reivindicativa, como ejercicios para constituirse, su horizonte no es solo la resistencia, o la conquista de alguna reivindicación parcial, sino que se constituye como poder y fuerza alternativa al poder burgués, a su dominio, a sus leyes, a sus aparatos de dominación.

En las experiencias históricas encontramos esta fuerza social revolucionaria en la Comuna de Paris, en las formas organizativas que asumen las fuerzas revolucionarias, en el control que establecen, en el ejercicio de poder y construcción de fuerza militar propia que establecen. La encontramos en la Revolución Rusa emergiendo como poder alternativo, como dualidad de poder, en los soviets (consejos de obreros, de campesinos, de soldados revolucionarios). La encontramos en la Revolución China como Poder Rojo, poder construido en zonas y territorios liberados en el marco de una estrategia de guerra irregular y prolongada y que genera la particularidad de la revolución china de un largo periodo de lucha de resistencia de dichos territorios liberados al cerco y aniquilamiento.

Es evidente que esta fuerza social revolucionaria se articula en función de la estrategia político-militar que los revolucionarios desarrollan en cada experiencia histórica concreta, estando demasiado comprobado por innumerables derrotas existentes a escala mundial, que la estrategia establecida en una formación social concreta dependerá del análisis de diversos factores, entre ellos el análisis de las clases, del Estado, la experiencia de las masas, etc., y no de la copia de “modelos” mecánicamente.


En las décadas del 50 y 60 en Latinoamérica, los llamados “pobres del campo y la ciudad” protagonizan una serie de luchas por la tierra y la vivienda, tomando por la fuerza la tierra para cultivas o para vivir. No es la lucha reivindicativa o económica dentro de marcos legales y de organizaciones tradicionales. Es acción directa de masas, es control del territorio, es defensa del territorio tomado, en luchas de largo aliento que implican tomas, desalojos, retomas, nuevos desalojos, hasta que se logra cierta estabilidad de control y organización. Enmarcando estos procesos, la Revolución Cubana y su ejemplo, las insurrecciones de mineros bolivianos, las luchas en Chile de la CUT conducida por Clotario Blest que convoca a los trabajadores a derrocar al capitalismo y a la revolución social, gesto político que finalmente lleva al reformismo obrero a desalojarlo de la presidencia de la CUT.

En Chile y Argentina de fines de los 60’ e inicios de los 70 cristalizan proyectos revolucionarios que, asumiendo la necesidad de luchar por el poder, de construir fuerza política, social y militar, se distancian de la propuestas del “foco guerrillero” y de la llamada “estrategia insurreccional” generando una de construir fuerza social revolucionaria para sostener una guerra revolucionaria que combine todas las formas de lucha. En este marco, el MIR Chileno en particular prioriza las acciones directas de masas como táctica distinta a la propuesta de guerrilla urbana o rural en un contexto de alza permanente de la lucha de clases y de la apertura de un periodo pre- revolucionario.

El desarrollo de la toma de la 26 de enero, el grado de organización, la construcción de milicias de autodefensa del campamento, la combatividad desplegada, las tareas internas de la vida cotidiana, la democracia interna establecida mediante asambleas, son el ejemplo que seguirán los sectores populares con mayor contradicción con el sistema en una larga cadena de tomas de terrenos que sacude al país, de corridas de cerco y tomas de fundos por parte de campesinos.

Sin embargo solo a mediados del año 1972, se comienza a usar el concepto de poder cuando la burguesía desata los paros patronales, retoma la ofensiva paralizando el país y comienzan a operar articuladamente las instituciones del Estado como el Pode Judicial, el Poder Legislativo, Contraloría, entre otras, amarrando, desgastando, entrabando y enfrentándose al Gobierno de Salvador Allende y al movimiento popular. Frente a esa arremetida de las fuerzas de la burguesía que decretan paro del transporte, del comercio, entre otros, los trabajadores, pobladores, campesinos articulándose en organizaciones distintas a las tradicionales avanzan ocupan fabricas, abren locales comerciales, recuperan medios de transportes, controlan la distribución de productos, generan mercados alternativos, ocupan fundos administrándolos, se enfrentan al poder judicial, marchan pidiendo el cierre del Parlamento, entre miles de iniciativas que desde abajo se comienzan a generar.

Son los trabajadores de los Cordones Industriales, los campesinos de los Comandos Comunales, los pobladores de las tomas de terrenos y de las JAP o del Abastecimiento Directo. No luchan dentro del marco organizativo de la CUT, ni de las Juntas de Vecinos ni de los Sindicatos Campesinos, aun cuando a veces local o comunalmente dichas organizaciones se incorporan a los órganos de poder popular. No son las organizaciones de masas aceptadas y reguladas por la Ley, y sus demandas se enfrentan precisamente a la legalidad de los patrones. Aun cuando recorren el transito de levantar pliegos, ir a las instancias legales, usan la acción directa, la ocupación. Apelan a la solidaridad activa y a la alianza de clases constituyéndose por espacio territorial y actuando coordinadamente. Así por ejemplo, frente a los problemas de los obreros agrícolas de Maipú, son los obreros y pobladores quienes acompañan a los campesinos en las toma de fundos. De manera reciproca, son los campesinos los que junto a pobladores constituyen un mercado popular, saltándose toda la cadena del comercio llevando las mercaderías desde el productor al consumidor de manera directa.

Poder Popular que alcanza incluso a los cuarteles de FFAA y marinería con soldados y marinos que se organizan para defender el proceso en camino.

Políticamente, este poder popular es respaldado desde la Unidad Popular por sectores del MAPU, del PS, de la IC y desde fuera de la UP por el MIR y organizaciones como el PCR – de tendencia china en ese entonces, y grupos trotskistas, todos los que constituyen el llamado Polo Revolucionario que se enfrenta a la línea que busca mediante garantías y alianzas con el centro político representado por la DC , dar estabilidad y continuidad al proceso. La disputa entre ambas líneas dentro de la Unidad Popular (Consolidar para avanzar versus Avanzar sin Tranzar) se resuelve a favor de la primera lo que da paso a una serie de medidas como el Dialogo UP/DC, al dialogo UP/Iglesia, para luego el Gabinete UP/Generales y al menos dos acciones políticas que cambiaran radicalmente la correlación de fuerzas global: la detención, tortura y encarcelamiento de los marinos que se habían organizado para defender el proceso (lo que constituye una potente señal hacia la base popular de las FFAA y liquida todo potencial apoyo al campo popular en el caso de golpe militar) y la aprobación de la Ley de Control de Armas que permite a las FFAA allanar industrias, poblaciones, escuelas y hasta cementerios en busca de armas en manos de los trabajadores, lo que simbólicamente se retrata en el asalto a la Lanera Austral con helicópteros, soldados en equipo de campaña y el asesinato de dirigentes sindicales. Antes del Golpe de estado del 11 de septiembre, ya las FFAA habían tomado el control de varias provincias de Chile mediante el subterfugio de Estado de Emergencia, lo que provoca, mucho antes del golpe de estado el inicio del retroceso de masas, el aislamiento de los revolucionarios y la poca o nula respuesta popular frente al golpe mismo.

El porqué del golpe, si las FFAA conocían las intenciones de Salvador Allende de convocar a plebiscito, se encuentran precisamente en la necesidad que tienen las clases dominantes no solo de recuperar el Gobierno (Poder Ejecutivo) sino de recomponer el conjunto del Estado, reconvertir el modelo económico y sobretodo barrer con el poder popular y las pretensiones de los rotos alzados de luchar por el Poder.

Sin embargo, la Dictadura con todas sus practicas de terrorismo de Estado, asesinatos, desapariciones de detenidos, ejecuciones masivas y selectivas y toda la gama de violaciones a los Derechos Humanos y a los derechos conquistados por los trabajadores, no logra borrar de la memoria colectiva la practica del Poder Popular. Nuevamente en medio de la lucha contra la dictadura emerge sobretodo en las coordinaciones territoriales de las organizaciones sociales, el poder popular que se expresa masiva y violentamente como fuerza en lucha durante las jornadas de protestas y paros nacionales. Y nuevamente la historia se repite: en el seno del movimiento antidictatorial se confrontan la línea que busca mediante las alianzas con la burguesía opositora una salida “política” y “negociada” con la dictadura versus los sectores que buscan la derrota de la dictadura con una salida democrático-popular. La crisis y derrumben ad portas de los llamados socialismos reales, la debilidad y acoso represivo en que se mueven las organizaciones revolucionarias de la época que han sufrido el asesinato o cárcel de centenares de combatientes y principalmente la opción que asume el Partido Comunista de poner fin a su política de Sublevación Nacional, tanto como la emergencia en el MIR de un sector que se alinea con la salida política negociada, determina finalmente la imposición de ésta alternativa y la inauguración de los escenarios políticos donde las masas son licenciadas, desmovi9lizadas y sus organizaciones entran en crisis, inaugurándose el largo periodo de atomización del movimiento de masas, crisis, desarticulación y fragmentación de la izquierda revolucionaria, aislamiento de los sectores de masas que han debido luchar prácticamente solos y esporádicamente por sus reivindicaciones.

Quienes honestamente desde la izquierda revolucionaria e incluso desde las bases del PC y del PS pensaron que la salida política negociada permitiría mejores condiciones luchar por las reivindicaciones de las masas y con vistas a avanzar en el proceso de acumulación de fuerzas, se equivocaron rotundamente. Los cuatro gobiernos de la Concertación y el actual de la derecha no han sido más que el continuismo del modelo económico y de dominación instalado por la dictadura. Más allá de las políticas publicas de asistencialismo a sectores sociales vulnerables, las brechas entre pobres y ricos se han agudizado, el país ha sido entregado a la voracidad del capital financiero y las transnacionales. Las clases dominantes del país y el imperialismo nunca estuvieron más cómodas que en este escenario.

Tras veinte años, sin embargo, el modelo político y económico comienza a ser ahora rechazado por vastos sectores del campo popular. El terremoto develó el país pobre ocultado por el bombardeo ideológico y propagandístico de los medios de comunicación. El hastío y rechazo respecto al modelo político y los partidos tanto de derecha como de la concertación es cada vez constatado por las encuestas. La lucha aislada de pobladores por vivienda, la lucha asilada de los mapuches por su territorio, la lucha aislada de los ambientalistas, la lucha aislada de los subcontratados, la lucha asilada de los estudiantes contra la educación de mercado, todas esas luchas aisladas comienzan a quedar atrás y comienza a generarse la articulación, la solidaridad, la alianza de clases, la convergencia. Las asambleas mandan verdaderamente y los dirigentes son ahora representantes mandatados. Surgen y proliferan coordinadoras territoriales articulando las luchas de diverso tipos. Se trata del inicio de un ascenso de las luchas de masas. Del brote de nuevos gérmenes de poder popular.

Se preocupa la Confederación de la Producción y el Comercio, Se alarman los dueños del poder. El Mercurio criminaliza la protesta social y siguen a coro los restantes medios radiales, periódicos y TV. La represión golpea fuerte en Dichato y en Concepción reaparecen todas las practicas ocupadas bajo la Dictadura en el encarcelamiento y brutal golpiza a que fue sometido el Presidente de la FEC. Más aun, impiden que se le presten debida atención al detenido como lo denuncian los trabajadores de la salud.

La lucha de clases comienza a transitar por veredas que enfrentan algunas bases del sistema de dominación: el modelo de educación de mercado, el sistema político, el modelo de consumo en base al crédito y el endeudamiento. Y se vienen nuevas confrontaciones en la minería privada, en el sector publico.

Es coherente con sus políticas que los sectores reformistas – que son parte del actual movimiento de masas movilizadas, piensen que es votando y ganando algunos escaños en el Parlamento o en los Municipios la forma en que se acumula fuerza política, sobretodo después de su Congreso. Es coherente que los sectores de pequeña burguesía y funcionarios de ONG - también parte del movimiento de masas actual -busquen así mismo reformas y mejoras dentro del sistema. Ellos claramente no se plantean por la transformación revolucionaria de la sociedad.

Lo que es incoherente es que sectores que se dicen revolucionarios y que están también en el movimiento actual, pretendan desviar la lucha actual hacia Plebiscitos, Asambleas Constituyentes o formulas similares, cuando recién comienza a despuntar un ascenso de masas, trasladando los ejes de lucha, hoy en la calle y la movilización activa, a escenarios y espacios donde los poderosos tienen las herramientas y el poder para retomar una iniciativa que hoy no tienen. Seamos claros: la mayoría de la fuerza que hoy se está movilizando no votan, no están ni ahí con participar de los escenarios y canales dispuestos por el poder. Todo lo contrario, muchos sectores despolitizados, que no se movilizan, que compran el discurso establecido desde el poder son los que votan, los que han instalado a la derecha en comunas, regiones, parlamento y en el gobierno.

Para que hoy medir fuerzas dispares en un escenario desfavorable. ¿No hemos aprendido las lecciones históricas?

Algunos señalan que tal propuesta es “para ingresar en las ligas grandes de la política”, para “entrar a pelear en las correlaciones de fuerzas grandes”. Voluntarismo, cortoplascismo. Es querer definir ahora, al inicio de un proceso de alza de masas, una disputa tremendamente importante de poder.

Quedan muchos sectores sociales por ganar, movilizar, activas. Queda mucho espacio para mejorar las organizaciones propias. Quedan demasiados territorios en donde no existen coordinaciones territoriales de fuerzas, alianzas sociales. Queda muchas obras, faenas, paking, caletas, en definitiva sectores populares que tienen profundas contradicciones con el modelo que tienen que realizar su propia experiencia y madurar.

Quienes ven en el Plebiscito, en la Asamblea Constituyente como alternativa hoy, son precisamente quienes solo ven en solo en esas instancias formas de acumular fuerzas.

Crear, desarrollar y fortalecer organización local es un camino distinto.

Empujar nuevas y muchas luchas parciales y locales generando nuevos y muchos frentes de lucha contra la dominación.

Desarrollar la acción directa de las masas con las múltiples formas que ella misma va señalando de acuerdo a su maduración: pacificas, artisticas, velatones, huelgas de hambre, sitting, ocupaciones de locales por tiempo limitado, cortes de camino, etc, etc.

En definitiva: crear y desarrollar el poder popular, la fuerza social revolucionaria cuyo norte sea el transitar desde la lucha reivindicativa parcial al convencimiento de que solo luchando masiva y unitariamente por trasformar la sociedad estamos avanzando.

COMO AYER: !! CREAR, CREAR, PODER POPULAR!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Búsqueda