martes, 19 de julio de 2011

Espejismos y Despeñaderos (Alma negra)



No son pocas las personas que, movilizadas activamente y participando de las luchas contra el sistema dominante y por el fin del lucro en la educacion, desde diversos ámbitos, han comenzado a levantar la consigna de luchar por un plebiscito y por cambios en la constitución. Lo que me recuerda el viejo dicho que mi abuela Ofelia, campesina de Huechun Alto solía decir cuando algo no la convencía del todo: ”¿Yo? ¡No comulgo con ruedas de carreta!”.

No es nada nuevo que en medio de los escenarios políticos de crisis, de agudización de la lucha de clases, de confrontación, como los que hemos estado viviendo en el país los últimos meses, surjan los espejismos, las propuestas bien intencionadas que terminan por confundir, desviar o paralizar las fuerzas populares, tras objetivos que a la larga terminan por ser elementos determinantes en las derrotas, retrocesos o dispersión de las fuerzas populares.

Recordemos solo algunos episodios de la historia de Chile; como aquella consigna de “¡A elevar la producción!” a fines de 1972, en pleno periodo de una aguda confrontación de clases, cuando las ofensivas de la burguesía arreciaban en contra del pueblo y los trabajadores, y cuando se trataba precisamente de articular poder popular, acumular fuerzas, desatar una contraofensiva popular para enfrentar a la burguesía. Por supuesto que había una justificación para el llamado a elevar la producción y poner tal consigna como central: demostrar a las clases medias y a todo el país que los trabajadores tenían disciplina laboral y que podían “producir” lo que el país necesitaba a pesar del boicott y los paros patronales.

Como no recordar aquella otra consigna, establecida en el Conclave de Lo Curro que llamaba a “Consolidar para avanzar” señalando que las tareas del momento no eran la revolución socialista sino una revolución democrático-nacional con participación de una supuesta burguesía progresista, a la que no se debía asustar (¿) y por tanto había que buscar ampliar la base de apoyo social, argumento que dio paso en el ultimo periodo de la Unidad Popular al llamado dialogo UP/Iglesia, luego al dialogo UP/DC, luego al Gabinete UP/Generales y en ultimo termino alimento las esperanzas del propio Salvador Allende que existía una posible solución a la crisis nacional convocando a…. un plebiscito para el 14 de septiembre del 73, que por supuesto nunca se realizó porque todas las maniobras anteriores eran parte de la estrategia del golpismo de “amarrar” mientras avanzaban en su estrategia principal: el golpe de estado para destruir al movimiento popular en todo sentido e instalar la profunda contra revolución que vivimos hasta el día de hoy.

Como no recordar los argumentos que en medio de la lucha contra la dictadura se plantearon, ojo, no solo desde el reformismo, sino desde el propio campo de los revolucionarios: que no era posible un triunfo popular, que el movimiento ya no tenia fuerza (¿No les parece conocido ese argumento?), que el desgaste, que los muchos muertos, que las capas medias, que en fin, era necesario buscar una salida “democrática”, de consenso, de las amplias mayorías….que era preferible en ultimo caso “recuperar espacios democráticos en que el movimiento popular iba a crecer, desarrollarse y avanzar”….con lo que finalmente amplios sectores de masa se volcaron a apoyar la salida negociada con la dictadura e instalar la pseudo democracia que hemos vivido durante los últimos veinte años. Y esta salida “por el mal menor”, por lo “posible y realista” significo nada mas y nada menos que la mayor desarticulación del movimiento popular, la fragmentación, la atomización, el desencanto y el retroceso que permitió a las clase dominantes avanzar sin contrapeso alguno, incluso con el “consenso” y complicidad de quienes desde el campo popular se convertirían a poco andar en parte importante del sistema de dominación. Obviamente me refiero a toda la pléyade de ex revolucionarios de la concertación, camino a no poco andar asumieron también los que centraron su lucha contra “su exclusión” y que hoy son parte del circo politiquero que ponen los poderosos para entretener y desviar las luchas populares.

¿Cambiar la constitución? ¿Cambiar las leyes fundamentales que determinan el carácter del Estado, de su economía, de su organización? Por supuesto que el movimiento popular debe aspirar a eso. Pero para ello hay que tener poder. Para ello hay que derrotar a las clases dominantes y eso no se logra con plebiscitos ni con votaciones.

Huele mas claramente, a intentar sacar a las masas del escenario de confrontación que se ha ido construyendo desde el propio campo popular, luchando por sus reivindicaciones, para meterlo nuevamente en los espacios y canaletas donde la burguesía y el gran capital corren con ventajas, donde tienen los millones para invertir en propaganda, el control absoluto de la prensa, de los medios de comunicación. Escenario ideal donde ellos acumulan fuerza y suman a todos los despolitizados, a los sectores más atrasados del campo popular, en el escenario donde vuelve a predominar el clientelismo político, la compra de votos, el acarreo. ¿Para que buscar ese escenario que puede terminar peligrosamente en nuevas derrotas, letras chicas, leyes y compromisos de amarre, escenario predilecto precisamente de los dirigentes sociales y sindicales burócratas, vendidos, que hoy son los adversarios a remover.

Y supongamos que esto fuese posible, igual que lo fue el Gobierno de la Unidad Popular, ¿Quién puede asegurar que los dueños del poder y las riquezas respeten los resultados de una consulta? ¿Las FFAA golpistas ayer, anteayer y hoy? ¿El Poder Judicial y todos los poderes del Estado constituidos y controlados por ellos mismos?

Basta de ingenuidad. Hemos comulgado demasiadas veces con las mismas ruedas de carreta. Hoy mismo se ha operado un cambio de gabinete donde de fondo nada cambia, salvo que la UDI y Longueira llegan finalmente a obtener mayor espacio en el Gobierno para sus políticas reaccionarias y cavernícolas.

Lo hemos dicho en otras oportunidades: No más espejismo. El movimiento de masas que recién se comienza a levantar es demasiado frágil para hipotecarlo en aventuras que terminaran reforzando el sistema de dominación. Para los revolucionarios es claro que el actual momento de agitación y efervescencia social permite acumular fuerzas, ganar en organización popular, en conciencia, en preparar luchas locales y extenderlas. No existen atajos en la lucha de clases: se trata de acumular fuerzas preparándolas para una lucha de largo aliento que sabemos debe llegar a todos los rincones de la sociedad, a todos los pueblos, ciudades, fabricas, paking, escuelas, poblaciones, universidades, fundos, puertos, minas, talleres, liceos, que debe involucrar a vastos sectores que aun no se movilizan porque aun están presos de la propaganda y futuro que les dibujan los poderosos. No nos confundamos. Lo obrado hasta hoy es magnifico, un tremendo salto respecto a otros años. Pero pensar que estamos frente a una crisis revolucionaria o que se está abriendo un periodo pre-revolucionario es simplemente voluntarismo, tan dañino como el espejismo de creer que existe ya el poder suficiente para cambiar la constitución ahora.

Y que lo digan los pobladores de Dichato, quienes terremoteados y hacinados en mediaguas, salieron ayer a denunciar las mentiras de la supuesta reconstrucción recibiendo palos, el guanaco y bombas lacrimógenas en sus propios hogares. Y no estaban encapuchados, ni había terroristas, ni violentistas, y ningún alcalde, intendente, dice haber llamado a las “fuerzas del orden”. Simplemente llegaron para poner “su orden”, su “institucionalidad, su “mesa de diálogos”, sus soluciones. Preguntémonos simplemente que vamos a hacer cuando las masas derechistas salgan a la calle empujadas por la burguesía, o las “nunca vencidas” FFAA . Dicho de otro modo: el pueblo chileno ya jugó el partido de la “democracia”, de las “elecciones” y lo ganó para perder en la lucha real y concreta por el poder, lucha que se dirime en los escenarios de las fuerzas concretas. No podemos repetir la historia. Por cierto hay que seguir luchando, movilizándose, peleando por las reivindicaciones locales, regionales, nacionales, pero sin perder la vista del proceso global de la lucha de clases, sin dejar de tener claro que se trata de la lucha por el poder, y que la única forma que tenemos los de abajo es crear y desarrollar el incipiente poder popular que hoy día comienza a dibujarse.

La lucha continua. 

¡Trabajadores al Poder!

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