domingo, 26 de enero de 2025

CUANDO LA CÁRCEL FUE ESCUELA

(Leído en homenaje a Guillermo Rodriguez estadio nacional 25 enero)

No voy a dar nombres porque no importa, pero vale decir que teníamos en común la pupila fija en la utopía y que también nos pesaba tanta humanidad devastada por el odio.

Veníamos con la adolescencia en efervescencia, con el amor y la subversión ardiendo de todas las maneras posibles, con el ímpetu recién estrenado.

Lo nuestro era arrojarnos al abismo, cobrar las cuentas pendientes. Vencer o morir, no como consigna sino como proyecto, como salvación, como redención, éramos unos críos naciendo a la lucha, agarrando la posta que nos dejaron ustedes.

Y pasó que nos saludamos, nos tomamos unos mates, nos compartimos los deseos y nos hicimos compañeros.

Entre las galerías y pasillos de la Pública conocimos tu historia y nos sentimos pequeñitos ante tanta "ficha", tanto caudal bajando el valle. Y lejos de la arrogancia, todo eso lo transformaste en escuela. Tú y otros compañeros nos armaron una ruca, un lugarcito para crecer, un espacio que contuvo el ímpetu y nos levantó los andamios para sostener ese instinto que buscaba la vida nueva, un poco a tientas hasta ese entonces.

Y te hiciste maestro, padre y compañero. Y tanto te esmeraste en formarnos que hiciste de las celdas las mejores aulas revolucionarias. Nos presentaste a la Rosa Luxemburgo, a Trostski, a Gramsci, a Mao, a Mariategui y a tantos y tantas otras que, en algún momento, muchas lunas después, algunos nos atrevimos, sin dejar de temblar, a discutirte de política. Y fue como egresar y poder mirarte de otro modo, sin rebajar tu altura, sin dejar de sentir que estabas ahí, detrás de lo que pudimos empezar a pensar por nosotros y nosotras mismas.

Quizá fuiste el primero que nos aceptó y validó en tiempos en que desistir era lo sensato. Y ahora que lo pensamos, era obvio, eras el loco Willi, el Pepe grillo más revolucionario y consecuente que conocimos.

No nos arrepentimos de hacerte caso y de no pescarte a ratos. El viaje siempre fue contigo, nos acompañamos con teoría, con práctica y con el mejor humor negro que siempre fue aliado para los malos tiempos.

Como todo buen profe, fuiste profeta de la crónica de una locura anunciada. Y aunque no estuviste de acuerdo con esas decisiones, nos apañaste, nos cuidaste, nos regañaste y nos arropaste también. Sabías que eran nuestros muertos los que nos estaban tironeando la sangre. En ese trayecto, también nos alcanzó la prisión, pero ya nos habías preparado. Por eso el golpe de los esbirros no fue tan duro, nos habías enseñado lo que era la tortura, la cárcel, la traición de los cercanos, entonces podíamos saber lo que se venía y eso nos hizo más fuertes. Sin ti, todo habría sido mucho más difícil.

Lo último que queremos tirar al viento hoy, pensando en ti, es que, después toda esa historia compartida, después de esas oncecitas con la Elsita y lxs calcetines wachos en la Ángela Davis, después de ver en el tiempo a tus hijxs, después de humanizarte, de celebrar tus luces y reconocer tus sombras, seguimos sintiendo que la causalidad nos dio uno de los más grandes privilegios que puede tener alguien que cree en el socialismo y el comunismo como horizonte y única posibilidad de una vida digna para lxs más.

Y ese privilegio, como hace unos días me recordó mi compañero, fue haberte conocido. Gracias por tu vida, Guille. Te extrañaremos siempre.

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