Sin duda en mi piño las reuniones grandes donde nos podamos encontrar todos a discutir no son muy frecuentes, y no por falta de democracia revolucionaria por el contrario. Pero esa vez era necesario resolver temas importantes de nuestra política para el periodo. Asi fue como me llegó el punto y la señal para acudir. Era el único que asistiría en representación de mi lote así que le puse weno a la puntualidad y todo lo que conlleva el ritual de asistir a este tipo de encuentros.
Rápidamente al llegar al local los compás que les tocó organizar me ingresan raudo a una pieza y ahí a esperar que llegue el resto de compañeras y compañeros de los distintos rincones del pais que asistirían. Como las medidas de seguridad lo exigen me tocaba una pieza en que habían otras minihabitaciones echas de nylon negro para evitar vernos sin capucha, así fue que saque mi ejemplar de la historia me absolvera y me puse a leer pa matar el tiempo quedándome rapidamente dormido hasta que a la mañana siguiente me despiertan, menos mal no me tocó guardia así que desperté como tuna, ahí me ordenan ponerme la capucha porque entraría otro compañero, una vez adentro de mi estrecha habitación, el recien llegado saca un cigarro y me pide permiso pa prenderlo, le digo que nos habían prohibido fumar en las habitaciones y me responde que no importaba que quería fumar no más, que estaba golpeado por algo que escucho de viaje al ampliado, pero por venir sin teléfono no pudo confirmar.
Ahí me dejo con la intriga y con la sensación de indisciplina al no poder impedir que fumara en ese reducido espacio, luego me dejó entrever que lo que había escuchado era que había muerto Fidel. Yo miro inmediatamente mi cuadernillo de Fidel y le digo que me esta webiando. En eso se pone más serio y saca un cigarro todo arrugado de su calcetín. (Linda forma de entrar cigarros de contrabando a las reuniones) y me lo estrecha, ahora sin dudas lo prendo, y me sumo a la ola de indiscplina desatada en ese estrecho habitáculo compuesto de nylon negro y una cama.
Ahi estábamos sentados dos tristes militantes a la espera de que comience la reunión.
Una vez que entramos a la sala mayor la foto de Fidel que se proyectaba en el data me daba la confirmación, en eso me recorre un escalofrío y diviso un montón de ojos llorosos detrás de esas poleras y pañoletas que cubrían los rostros de decenas de compañeras y compañeros pobladores que se acababan de enterar al igual que yo de la triste noticia. Vaya manera de comenzar el trabajo político aquella mañana del 25 de noviembre, pero ahí estuvimos poniéndole el hombro gritando a los cuatro vientos que nada está perdido mientras sigamos luchando, cerrando esa jornada con un categórico ¡HASTA LA VICTORIA FIDEL!
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