Buenas, qué tal. Nos encontramos tremendamente felices como editorial, por sumar a nuestro catálogo el libro del escritor y periodista argentino Osvaldo Soriano, que toma las letras del tango de Gardel: "No habrá más penas ni olvido". No sólo porque se trata de una novela apasionante, que revela la tragicomedia de la cotidianidad política argentina y latinoamericana, un excelente material para entender un poco el complejo fenómeno del peronismo (más abajo compartimos el prólogo del libro), sino porque también estamos inaugurando un nuevo formato: el libro de bolsillo.
Y ojo que esto es importante, es de rial bolsillo. No como algunos que todos hemos conocido, que se dicen de bolsillo y son tremendos ladrillos que no entran ni en bolsillo de tony. Este formato es para el bolsillo de cualquier pantalón, ideal para jeans de estudiante, pantalón gris de liceano, para la cartera de la dama o el banano de la joven, perfecto para leer en la locomoción colectiva, en el hogar o donde quiera. Y al módico precio de $2.500.- en librerías y $2.000.- con su distribuidor pajarilla más cercano.
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PRÓLOGO
La acción de No habrá más penas ni olvido se sitúa en la Argentina durante el último gobierno de Juan Domingo Perón, entre octubre de 1973 y julio de 1974. Luego de una larga lucha popular, Perón regresó al país en medio de una grave conmoción a la que él mismo había contribuido; su movimiento estaba dividido por lo menos en dos grandes fracciones: aquella que lo veía como un líder revolucionario y otra que se aferraba a su ascendiente sobre las masas para impedir la victoria popular. Este malentendido —por absurdo que hoy parezca— es uno de los tantos orígenes de la tragedia argentina.
Electo presidente, Perón iniciaría una implacable depuración de elementos «izquierdistas» de su movimiento. La juventud, cada día más golpeada y maltrecha, siguió reivindicando hasta el final su adhesión al «líder». Calificados por Perón de «imbéciles», de «imberbes irresponsables », dirigentes y militantes de la organización guerrillera Montoneros y de la Juventud Peronista (estrechamente ligados) insistían en creer (o querían creer) que la furia del jefe del Justicialismo era una argucia táctica más en su presunta lucha contra la oligarquía y el imperialismo.
Trágica confusión. Hasta su muerte, el 1.° de julio de 1974, Perón utilizó una curiosa estrategia de gobierno: descalificó como «infiltrados » a aquellos a quienes todo el país conocía como peronistas, incluso a viejos militantes de la primera hora (representados en esta novela por el delegado municipal Ignacio Fuentes) y bendijo como peronistas a muchos advenedizos que habían contribuido a su caída en 1955 y se batieron contra él hasta poco antes de su regreso (el personaje del martillero Guzmán los ejemplifica en el relato).
En este momento histórico se sitúa No habrá más penas ni olvido. La acción se desarrolla en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires donde todos los personajes se conocen entre sí. La maniobra de Perón y su ministro, José López Rega, cobra entonces dimensiones absurdas, grotescas. En realidad, este enfrentamiento sucedía en el anonimato de las grandes ciudades donde el terror se disimula en la multitud, en la incertidumbre creada por asesinos y víctimas sin uniforme. Como la novela lo sugiere, la batalla no podía sino facilitar la intervención de las fuerzas armadas, que completarían minuciosamente la liquidación de izquierdistas ya iniciada por los grupos fascistas. Era en los sindicatos controlados por la burocracia peronista, en la policía (al frente de la cual Perón nombró a sus más acérrimos enemigos de ayer) y en los ministerios, dominados por la «verticalidad» justicialista, donde se reclutaban las temibles bandas armadas que «depuraban» a la juventud y a los honestos peronistas de la primera hora (dirigentes y militantes universitarios y obreros, diputados, gobernadores de provincias que habían dejado de ser útiles al proyecto reformista encabezado por Perón). El juego de masacre fue facilitado por los tremendos errores cometidos por la guerrilla (la peronista y la «marxista») y sus brazos legales; por su candidez política, por la torpeza, el extremo dogmatismo y a veces la mala fe de sus dirigentes.
No habrá más penas ni olvido excluye de la acción a todos los demás protagonistas políticos y sociales de aquel momento para ceñirse a esta satírica observación del fenómeno peronista.